La Asociación de Psicólogos de Buenos Aires se funda en noviembre de 1962, a partir de la decisión de los primeros egresados de la UBA. Representa un paso adelante en la afirmación del rol profesional.
Una década antes, entre 1953 y 1959, se crean las carreras de Psicología en diversas universidades. Ellas son Rosario, Buenos Aires, Cuyo (San Luis), Córdoba, La Plata y Tucumán.
Se abre, con los años ´60, una época de intensas polémicas en torno del estatuto científico de la psicología, de sus alcances en la comprensión de los fenómenos del psiquismo humano, en definitiva, de su independencia como disciplina autónoma. Estas discusiones acerca de los alcances de la psicología no hacían sino poner de manifiesto, en muchos casos, la controversia con el poder médico, amenazado en sus prerrogativas por la aparición de los profesionales psicólogos.
Congresos, libros, cátedras recogen durante décadas la polémica acerca de si la psicología podía/debía ocuparse de la problemática de la llamada salud mental. Esto incluía necesariamente la consideración del régimen científico del psicoanálisis, dado que la psicología en Argentina estuvo fuertemente influida por esta disciplina.
El debate, en el que descollaron numerosos académicos y científicos abiertos a la inclusión de la psicología como ciencia, contó con la cerrada oposición de colegios médicos, catedráticos (muchos de ellos médicos) y funcionarios. Especialmente estos últimos durante los gobiernos de facto.
En 1980, en pleno gobierno dictatorial, el entonces ministro de Educación de la nación, Llerena Amadeo, dicta la resolución 1560, conocida como la resolución de los tres no a partir de establecer una triple prohibición para los psicólogos: no ejercer el psicoanálisis, no ejercer la psicoterapia, no prescribir psicotrópicos. Y siempre lo que hagan los psicólogos debería estar bajo la supervisión médica.
Sin embargo el gremio recibe numerosos apoyos, en particular de la CGP[1] y otras instituciones.
En diciembre de 1980 el CRUN[2] dicta una propuesta de incumbencias para los psicólogos que, sin tocar el tema tabú de la clínica, modificaba algunos criterios de la 1560, aceptando la independencia profesional de los psicólogos.
Dos meses antes, en octubre de ese año, el IV Congreso Argentino de Psicología de FEPRA genera un hecho de gran importancia profesional: El tema central, desafiando a la Resolución 1560, era Actualizaciones en Psicoterapia.
Pero había un hecho en particular que daba fuerza a los reclamos por el pleno ejercicio profesional, y era que el rol del psicólogo había echado raíces en la opinión pública y se lo concebía sin reparos como un recurso válido en el abordaje de la problemática psíquica. Todos los medios de difusión le hacían lugar a esta polémica, ofreciendo a los colegas que encabezaban los reclamos espacios en radios, diarios y TV. En esos días la APBA comenzó a difundir una consigna que sintetizaba cabalmente la situación y colocaba a quienes se oponían a los psicólogos frente a un hecho incontrastable: se trataba sencillamente de Hacer legal lo que era legítimo.
Sobre la declinación de la dictadura, luego del triste desenlace de Malvinas, desde 1983 en adelante, se sancionaron leyes de ejercicio profesional en la mayoría de las provincias. Esta tendencia se profundizó con la apertura democrática e hizo posible que se pudiera avanzar en Buenos Aires, que quedaba como último bastión del poder médico.
La lucha de la APBA fue clave en la conquista de la ley de ejercicio profesional y finalmente, el 27 de setiembre de 1985 se sancionó la ley 23277, la que fue promulgada el 6 de noviembre de ese año. Rondamos, pues, los 32 años de aquella conquista.
¿Qué sentido de actualidad puede tener hoy recordar estos hechos? No está de más revivir las jornadas y los espacios por los cuales los psicólogos supimos defender nuestros derechos. Con frecuencia en tal o cual servicio, en la órbita de este o aquel ministerio es preciso que las entidades gremiales salgan a defender lo conquistado ante los embates de oscurantistas, el poder médico o la presión de los mercaderes de psicofármacos. Hoy algunos nubarrones se ciernen sobre nuestra sociedad buscando un retorno a algún pasado lamentable. Recordar las luchas y los derechos conquistados, valorar el papel de la APBA y otras entidades gremiales profesionales y reforzar nuestra conciencia pueden ser saludables ejercicios de memoria y alerta.
[1] Confederación General de Profesionales, que nucleaba a la mayoría de las entidades gremiales profesionales de Capital Federal.
[2] Consejo de Rectores de Universidades Nacionales.